Una reliquia Histórica. Está ubicado a 4 Km. de la ciudad de Colón. Se encuentra a unos 200 metros del antiguo camino de ripio que une Colón con San José, en un punto mas o menos equidistantes entre ambas ciudades.
La ruta pavimentada Nº 26 pasa a pocos Km. del mismo, carteles indicadores permiten localizar inmediatamente la presencia del molino. Toda la zona posee un verde paisaje de espinillos y ñandubays y, en partes, la tierra deja asomar recios montÃculos de pedregullo. La familla Forclaz El constructor de esta joya histórica ha sido Juan Bautista Forclaz, de origen suizo, quien llegó a esta zona con sus mayores en la inmigración de 1859, a los seis años de edad. Su padre, Jean Forclaz, recibÃa noticias en Suiza de los familiares que estaban en la Argentina. En las cartas los colonos hablaban de tierras generosas y posibilidades de progresar. Ante las nuevas perspectivas, varios jefes de familia emprenden el viaje al RÃo de la Plata. Los colonos son ubicados en parcelas que Urquiza les asignaba, comenzando entonces el cotidiano esfuerzo para transformar la realidad circundante. La infancia de Juan Bautista transcurrió simple y tranquila en la Colonia San José. En su adolescencia se dedico a tareas de labranza y siembra. En 1880 contrae nupcias con MarÃa Margarita Pralong. Al lado de la casa del Administrador de la Colonia, Don Alejo Peyret, y cerca de un arroyo de caudal oscilante se instala la pareja decidida a trabajar para contribuir con el progreso de la colonia. De esta pareja nacen nueve hijos. El molino con sistema malacate Juan Bautista, conocedor de todos los sistemas de molienda comunes en Europa, establece en su terreno, un mecanismo para moler granos con el sistema "malacate", el cual es accionado por tres o cuatro mulas que le proporciona grandes ganancias. Este sistema no alcanzaba, por lo cual decide construir un molino accionado a viento. El molino de viento A fines del año 1888 comienza la difÃcil tarea; la obra demanda dos años de arduo trabajo en los cuales Don Juan cuenta con la ayuda, además de su hermano y su familia, con la colaboración de jóvenes albañiles como Alejo Delaloye entre otros. Los cimientos están hechos de piedra mora, muy abundante en la zona, y sobre ellos se levanta la pared en forma cónica. En la base tiene 25 metros de circunferencia y 1 metro de espesor. Hasta alcanzar los tres metros de altura se emplea el mismo material, luego continua con ladrillos hasta alcanzar los 12 metros donde van las aspas afirmadas a la parte superior, que es una cúpula de zinc "giratoria". Esta movilidad le permite orientarse según la dirección del viento. Las cuatro aspas tenÃan 6 metros de longitud y estaban construidas de forma similar a una escalera de 1 metro de ancho, a la cual se le colocó un velamen de lona fina. En 1890 se da fin a la obra instalándose la maquinaria en su interior. Posee dos puertas de acceso de dos metros de alto con sendas aberturas superiores tipo ventanas, y en los frentes opuestos a estas hay dos ventanas que dan una iluminación suficiente para el manipuleo del mecanismo de funcionamiento. En la puerta que mira al poniente se pueden observar fechas grabadas. Todo el aparato funcionaba con un viento potente capaz de mover las aspas, pero los vientos de la región no lo eran, asà es que Juan Bautista tiene que seguir moliendo con el viejo molino instalado en sus adyacencias. La gran inversión en la construcción del molino, 6.000 pesos fuertes, habla a las claras en las esperanzas puestas en él, aunque luego frustrada por razones ajenas al cálculo y a la voluntad del hombre. El molino fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1985. En 1996 se entrego un subsidio de 380.000 pesos para su restauración. Anecdotario Como evitar lo anecdótico cuando el espÃritu del hombre aparece hecho vida en el relato a veces ameno, otras enternecedor que cuenta las costumbres de una comunidad en un tiempo pasado. El popular Joujón Bouet, aquel que para evadir impuestos municipales a los vehÃculos de dos y cuatro ruedas, se hizo uno de tres, solÃa visitar a menudo el molino de Don Juan, y...subiéndose a la cúspide...por las maquinarias del interior y acomodándose allà se ponÃa a cantar con frenesà "para toda la vecindad". A veces elegÃa para su recital, ya en "patoi", en francés o un mal pronunciado castellano, las mismÃsimas aspas del molino. Montado en una de ellas cantaba con gran entusiasmo, ante la mirada atónita de las damas por el insólito lugar elegido. Y mientras sus entonaciones se amalgamaban con la brisa, Madame Forclaz meditaba, con cierta resignación por la posibilidad de un accidente; y ante lo infructuoso de detenerlo, decÃa: "¡Déjenlo!...¡Hombres hay muchos!". |